jueves, 3 de abril de 2008

Biografía de 2 mujeres que enfrentaron la adversidad con éxito


Helen Keller y Anne Sullivan

Helen Adams Keller nació el 27 de junio de 1880 en Tuscumbia, un pequeño pueblo de Alabama, Estados Unidos. Era hija del capitán del ejército confederado, Arthur Henley Keller, de origen suizo, y de Kate Adams Keller.

El capitán Keller se ganaba la vida como dueño de una plantación del algodón y era redactor de un periódico local. Su esposa Kate trabajaba en la plantación y ahorraba el dinero haciendo su propia mantequilla, manteca de cerdo, tocino y jamón.

Helen era una niña con mucha vitalidad, muy sociable, simpática e inteligente. Aprendió rápidamente a caminar y a balbucear unas cuantas palabras, pero su vida cambió dramáticamente cuando tenía diecinueve meses y contrajo una enfermedad que la dejó sin vista y sin oído. Aunque en la actualidad la naturaleza de su enfermedad sigue siendo un misterio, se piensa que pudo haber sido una escarlatina, encefalitis o meningitis.

Helen no se desanimaba fácilmente. Pronto comenzó a descubrir el mundo usando sus otros sentidos. Tocaba y olía todas las cosas que estaban a su alrededor y sentía las manos de otras personas para saber lo que estaban haciendo. Era capaz de hacer algunos trabajos, como ordeñar vacas o dar forma con sus manos a la masa. Reconocía a las personas palpando sus caras y ropa. También podía decir en qué lugar del jardín se encontraba, oliendo las diferentes plantas y sintiendo con sus pies la hierba.

La niña inventó 60 signos diferentes que le servían para comunicarse con su familia. Si ella quería pan, por ejemplo, simulaba cortar un trozo y untarlo con mantequilla.

A sus cinco años de edad, se dio cuenta de que era diferente a las demás personas y que su familia no usaba signos, sino que se comunicaba con la boca. A veces se colocaba entre dos personas y les tocaba sus labios. No podía entender lo que estaban diciendo y aunque quería hablar, siempre que lo intentaba no se le entendía. Entonces se enojaba, pegándose golpes contra la pared, dando patadas y llorando con frustración.

Con el tiempo, su frustración aumentaba y su rabia era peor. Se convirtió en una niña salvaje y revoltosa. Si no conseguía lo que deseaba, se ponía muy agresiva. Tiraba la comida de los platos de otras personas y rompía objetos frágiles, arrojándolos al suelo. Una vez encerró a su madre en una despensa.

Esta situación hizo que su familia, desesperada, pensara en la necesidad de hacer algo, considerando incluso recluirla en una institución. Kate Keller había leído un libro de Charles Dickens en donde él hablaba del trabajo fantástico que se había hecho con otra niña sordociega, llamada Laura Bridgman. Decidieron visitar a un médico especialista en Baltimore para que los aconsejara.

El doctor confirmó que Helen nunca vería u oiría otra vez, pero al detectar una chispa dentro de la menor, creyó que podría ser educada y aconsejó visitar a un experto en educación de ciegos.

Este experto sugirió a los Keller escribir a Michael Anagnos, director de la Escuela Perkins para Ciegos en Boston, solicitando un profesor para Helen. Anagnos recomendó inmediatamente a una antigua alumna de la institución, Anne Sullivan.

Anne Mansfield Sullivan había perdido casi por completo la visión a los 5 años. Venía de un ambiente pobre, a los diez años su madre había muerto y su padre la había abandonado. Ella y su hermano Jimmy fueron enviados a un orfanato, donde el niño murió.

Anne tuvo la suerte de haber encontrado un lugar donde fue bien acogida, el Colegio Perkins para Ciegos. Aunque la llamaban "fiera" por su mala actitud, el director Anagnos se dio cuenta de que podía aprender a comportarse y ser una de las alumnas más inteligentes.

Estando allí fue operada de sus ojos en dos ocasiones, lo que hizo que ella recuperara bastante visión y pudiera leer por cortos periodos.

Anne se graduó con honores de Perkins en 1886 y comenzó a buscar trabajo. Encontrarlo era muy difícil, debido a su baja visión. Para el director de la escuela estaba claro que Anne Sullivan era la persona adecuada para educar a Hellen Keller, así que cuando ella recibió la oferta de Michael Anagnos para trabajar como profesora de la niña sordociega, aceptó gustosa.

El 3 de marzo de 1887, Anne llegó a la casa de Helen en Tuscumbia. En su autobiografía, Helen escribió: "El día más importante de mi vida fue aquel en que mi maestra me conoció."

Anne se dio cuenta de que si pudiera comunicarse, Helen sería diferente. Decidió enseñarle el alfabeto manual, traído de España e inventado por los frailes trapenses, que se las habían ingeniado para poder entenderse, ya que no podían hablar por el voto que hacían.

Es una lengua de signos en la que cada letra es trazada en la mano de la persona sordociega, de manera que pueda sentir su forma. Cada letra tiene un signo, por lo que las palabras y frases pueden ser deletreadas, permitiendo expresar ideas abstractas. Se le conoce también como deletreo dactilar.

Anne comenzó inmediatamente a enseñar a Helen lo que podían hacer sus manos para comunicarse, al explicar la palabra "muñeca" para significar un regalo que ella había traído para ella. La palabra siguiente fue "pastel". Aunque Helen podría repetir los movimientos de los dedos, no podía entender lo que esto significaba.

Mientras Anne intentaba hacerse entender, también luchaba para controlar el comportamiento de Helen. Le preocupaban mucho sus modales, ya que comía con las manos y no respetaba las normas.

Los intentos de Anne por mejorar los modales de Helen en la mesa, y hacer que se peinara sola y se amarrara los zapatos por sí misma, hicieron que la niña continuara con sus pataletas. Anne la castigaba evitando "hablar" con Helen, no deletreándole las palabras en sus manos.

Helen no había entendido todavía el significado de las palabras, hasta que un día todo cambió. Anne la llevó a la bomba de agua, la puso en contacto con el líquido y deletreó A-G-U-A en la mano de la niña, repitiéndolo varias veces. Algo dentro de Helen le hizo entender el significado de la palabra y se dio cuenta que cada cosa que había en el mundo tenía un nombre.

A partir de entonces, Helen aprendió el nombre de todo y pedía que fuera deletreada en su mano cada cosa que tocaba. Su progreso fue asombroso.

Anne continuó enseñándola durante los años siguientes, deletreando en su mano, usando frases completas y hablándole sobre todo lo que ocurría a su alrededor. También hizo que participara en nuevas actividades, como navegar en una barca o saltar desde un tobogán.

No pasó mucho tiempo para que Anne enseñara a Helen a leer, en primer lugar con el alfabeto manual táctil y más adelante con el sistema Braille.

Helen Keller aprendió a leer los labios de las personas, tocándoles con sus dedos y sintiendo el movimiento y las vibraciones. Este método se llama Tadoma y es una habilidad que muy pocas personas pueden llegar a desarrollar.

Ambas fueron al Instituto Perkins para Ciegos en Boston y a la Escuela para Ciegos de Nueva York. Anne continuó ayudando a Helen, interpretando en sus manos lo que los profesores decían en clase y transcribiéndolo en el sistema Braille.

Michael Anagnos estaba muy emocionado con los adelantos de la joven y escribió varios artículos, que provocaron una oleada de publicidad sobre Helen Keller, quien aparecía en todos los periódicos, llegando a hacerse famosa, hasta ser invitada por el presidente Cleveland a visitar la Casa Blanca.

Helen supo de una muchacha noruega ciega y sordomuda que había aprendido a hablar. Inmediatamente deletreó en manos de Anne Sullivan su deseo de hacerlo. Fueron a la escuela para sordos de Horace Mann, en Boston y de inmediato la directora Sarah Fuller comenzó a trabajar con Helen, poniéndole ejercicios con la lengua y dientes, para que sintiera la posición de ambos y el movimiento del maxilar inferior y la laringe.

Helen aprendió a hablar, poniéndose un dedo en la nariz, otro sobre los labios y el pulgar en la garganta, pero no pudo hacerlo como las personas normales; su voz, gutural y ronca, era desagradable. Ella continuó con sus ejercicios y pudo llegar a decir discursos en público y sostener conversaciones, mejorando cada día su pronunciación.

Colocando los dedos de la misma forma sobre la persona que hablaba, Helen podía entender lo que decían los demás. Así pudo conocer la voz de Enrico Caruso.

A los 20 años entró en la Universidad de Radcliffe, siendo la primera persona sordociega en presentarse en una universidad. Demostró ser una excelente estudiante, con un poder de concentración extraordinario y muy buena memoria. Sin embargo, la cantidad enorme de trabajo condujo al deterioro de la visión de Anne.

En 1904, Helen Keller terminó sus estudios de Inglés en Universidad de Radcliffe, siendo la primera persona sordociega en obtener un título universitario y además, con mención Cum Laude. Ese mismo año, en la exposición de San Luis, habló por primera vez en público.

Durante su estancia en la universidad, Helen comenzó a escribir sobre su vida. Ella y Anne pidieron a Juan Albert Macy ayuda para corregir su primer libro, "La Historia de mi Vida", que tuvo un rápido éxito y gracias a él pudo comprarse su propia casa.

Juan Macy se hizo muy buen amigo de ambas y, poco después, él y Anne se casaron. Los tres vivieron juntos en Massachusetts y durante ese tiempo Helen escribió "El Mundo en el que Vivo", revelando por primera vez los pensamientos de su mundo interior.

Ella y Anne iniciaron una gira de charlas y conferencias sobre sus experiencias. Helen contaba su vida y su discurso era interpretado frase a frase por Anne Sullivan, lo que siempre generaba sesiones de preguntas y respuestas acerca de sus historias. Cobraban 2,000 dólares por semana, la cual era una suma considerable en esa época.

En este tiempo les ofrecieron la oportunidad de hacer una película en Hollywood y aceptaron. Helen, sin embargo, no estuvo muy contenta con la filmación, pues según ella era demasiado glamorosa y desafortunadamente no fue el suceso financiero que esperaban.

En 1914 emprendieron giras transcontinentales de conferencias, para las cuales se les unió Polly Thompson, joven activa de origen escocés. Hellen Keller era conocida en todo el mundo, sus libros eran traducidos a muchos idiomas y adaptados al sistema Braile. Recibió títulos honoríficos y condecoraciones en diversos países.

Kate, la madre de Helen, murió en 1911 y el mismo año Anne no se sintió bien de salud. Ya no pudo trabajar más con Helen y Polly Thompson tomó su lugar como acompañante y traductora.

En 1931 visitaron a los Reyes de Inglaterra, en el Palacio de Buckingham, quienes estuvieron muy impresionados por las habilidades de Helen, que llegó a ser Vicepresidente del Real Instituto para Ciegos en el Reino Unido.

Mientras tanto, la salud de Anne empeoraba y con la noticia de la muerte de Juan Macy en 1932, de quien se había divorciado años antes, se rompió definitivamente su espíritu. La “maestra milagrosa” murió en 1936.

Helen Keller vivió treinta y dos años más luego de la muerte de su tutora. Después de la Segunda Guerra Mundial, ella y Polly continuaron viajando por el mundo, consiguiendo recursos para la Fundación Americana para los Ciegos, en cuya creación colaboró. Visitaron Japón, Australia, Sudamérica, Europa y África.

Por esta época su casa fue destruida por el fuego y en el incendio se perdieron muchas cosas valiosas, pero sobre todo el último libro en el que Helen había estado trabajando, acerca de Anne Sullivan.

Poco después la salud de Polly Thompson también empezó a deteriorarse y los doctores le recomendaron no seguir viajando.

En 1953 fue realizado un documental llamado "La Invencible", acerca de la vida de Helen, el cual fue ganador de un Óscar. Fue entonces que ella se puso a trabajar en su libro "Maestra", siete años después de que su original fuera destruido. El libro fue publicado en 1955.

Polly Thomson murió en 1960. Winnie Corbally, la enfermera que la cuidó en sus últimos años, acompañó a Helen hasta su muerte.

En 1957 fue realizada "La Trabajadora Milagrosa" una serie de televisión sobre Anne Sullivan y Helen Keller, que luego fue adaptada para Broadway, donde fue un éxito por casi dos años. En 1962 se realizó otra película, que también fue premiada por la Academia.

En 1961 Helen sufrió el primero de una serie de accidentes cerebro vasculares y su vida pública se fue cerrando. En 1964, fue galardonada por el presidente Lyndon Johnson con la Medalla Presidencial de la Amistad, el más alto premio para personas civiles en los Estados Unidos.

El primero de junio de 1968, Helen Keller murió mientras dormía, poco antes de cumplir 88 años. La urna con sus cenizas fue llevada cerca de los restos de Anne Sullivan y Polly Thomson, en la actualidad un popular sitio turístico.

En 1925, durante la Convención de los Leones en Ohio, esta gran dama había hecho una súplica que la reafirmaría como símbolo de valor y humanidad, pidiéndoles ser los Caballeros de los Ciegos en la cruzada contra la oscuridad.

Desde entonces, esta extraordinaria mujer se convirtió en la inspiración del Leonismo pasado y presente. El impacto que Helen Keller causó ese día es medido en los millones de vidas que han sido transformadas por las actividades de los Leones a favor de los ciegos y personas con problemas de la vista.

Actualmente, los Clubes de Leones de todo el mundo participan en diversos proyectos relacionados con la visión y han instituido el primero de junio como el Día de Helen Keller.



Fuente consultada:

En las Redes del Tiempo

http://www.radioredam.com.mx/grc/homepage.nsf/main?readform&url=/grc/redam.nsf/vwALL/MALZ-5NLV4A

HELEN KELLER

Cápsula 45 del 24 de Mayo de 2003

Investigación y Guión: Conti González Báez

16 de febrero de 2008


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